Saturday 25 August 2007

kings of Leon (plus something in Spanish)

My time in Leon, Nicaragua was coming to an end. I said goodbye to the veterans of the revolution who sat outside the FSLN building on the city's main square, and with whom I chatted most mornings on the way to and from the university, where I attended some classes.

The first time I approached them, they gave me a guided tour of the small museum they had created to mark the revolution. They were happy to recount their stories and talk about the current situation, and didn't mind that I came from a rogue state that had helped support the funding of the contras. 'we share the same cause as the pueblos of the world, and realise its not always the same as their leaders'.

The tour consisted of a chubby man, probably in his forties, crouching down and demonstrating how he shot at government forces from various places in the city. He did a bit of reading from newspaper cuttings that were stuck to the wall, and showed me some pictures from the time.

It turned out all of this was a warm up to the star attraction- his mate, an even chubbier man who looked a bit dopey and possibly drunk. With a huge grin on his face he lifted up his shirt to reveal a range of different scars on his ever-more wobbling belly. The first man, relishing his role as guide, explained the story behind each wound, pointing at them with a long cane.

After Leon, in something of an experiment in isolation, I spent 5 days in a remote part of the pacific coast. Every day I learned some vocabulary, ate fish in a local restaurant (the kitchen was a mud hut full of chickens), ran along the beach and played football with the fishermen on a wet sandy bay.

Leon had been a unique experience, and Nicaragua a fascinating place to spend time. I boarded the bus knowing it was the final long journey of my trip. I was heading to San Jose, Costa Rica, from where I would eventually fly home.



Estoy buscando a alguien que no hable inglés....

'Entiendes que tendrás que saber español?' me dijo la risueña muchacha en la agencia de viajes. Estuve a punto de comprar mi boleto para latinoamerica. 'Europa no es. No son muchos los que hablan inglés y si lo pueden lo hablan muy mal. Reservar pasajes de bus, pedir direcciones, comer en restaurantes...no van a ser fáciles si no puedes comunicarte'

Sus palabras me sonaban a pedir de boca. Tras mi viaje, con tanto tiempo completemente inmerso en el idioma, iba a ser un maestro de la lengua, pensé. Tal vez, fuera a olvidar el inglés. 'Me parece perfecto' le respondí.

Por desgracia, resultó que la muchacha no tuvo razón. Por más que he intentado, nunca he pasado un día entero sin decir algo a alguien en mi idioma nativo. Y eso lo escibo después de más de medio año en paises latinos.

Reuerdo al humilde minero, recién convertido en guía turistico, que me presentó las famosas minas de Potosí, Bolivia. No solo se había enseñado un inglés preciso y eficaz, aprovechandose de los pocos libros a los que tenía acceso, sino quería practicarlo tanto como fuera posible, incluso conmigo. Y la situación fue empeorado por los demás touristas; aunque ningún era de un país anglohablante, tanto el sueco como el francés quiso que el tour se realializara en Inglés.

También pienso en el recepcionista ecuatoriano que, a pesar de que le rogé muchas veces que me comunicara en español, se empeñaba en decir palabras extranjeras. 'Si ustéd fuera a Inglaterra, le hablaria inglés' le dije. 'Sorry, I forget', se le salió la respuesta, con un accento irritante estadounidense.

Me accuerdo del conductor del bus peruano que me saludó en Inglés. Cuando me bajaba me deseo 'a good trip'. En los mercados y kioscos todo se vendia por un 'good price', 'un dolar' o 'muy cheap'. Y sigue siendo una surpresa si, mientras camino en la calle, los niños callejeros no me gritan hello o good day.

Cuando, por fin, conocí a alguien, un taxista del norte de Colombia, que no podía hablar en inglés, resultó que tampoco sabía español. O, al menos, hablaba una especie rara de la lengua que para nada podía comprender.

Por supuesto hubiera hecho más para evitar el inglés. Iba a lugares turisticos; uno no debe perdir los increíbles sitios historicos ni las joyas de la naturaleza que se encuentran por todas partes de sud y centroamerica. Y lo que es peor, a veces me he alojado en hostales internaionales con dueños extranjeros; era necesario ya que viajaba solo por terreno desconocido. Sin embargo, nunca me había imaginado cómo la influencia del inglés se había extendido a través del mundo latino.

Quién tiene la culpa por esta invasion linguistica? No puede ser los ingleses; nuestro imperio nunca llegó a estos países. O quizá sí tenemos la culpa, por llevar nuestra lengua a los estados unidos, donde su importancia ceció llevandola más allá del imperio britanico.

Pero prefiero echar la culpa a los almunos latinos, diestros y habiles, que insisten en no solo aprender el ingles sino demostrar su capacidad cuando quiera que sea posible.

Por mi parte, como Ingles, me siento orgulloso que la mayoría de la gente inglésa nunca traicionaría a sus raices en aprender idiomas extranjeros.

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